El ánimo y la enfermedad

En una de las lecturas que hice para un estudio sobre la diciplina, hallé una afirmación sobre su importancia para vencer la enfermedad. Enseguida pensé que también era útil para no darle crédito a esas ideas tipo fórmula para ser sanos y las declaraciones de fe con las que se pretende mover la diestra divina.

No obstante, lo que sí sabemos es que Dios en su gracia nos ayuda a entender nuestras debilidades y fortalezas. No nos creó tan frágiles como para que claudiquemos irremediablemente ante la adversidad. Él nos hizo con la capacidad para tener ánimo. A veces nos fallan las fuerzas y soportamos, pero otra cosa es cuando hay un ánimo angustiado. Nuestro proverbio lo enseña claramente: «El ánimo ayuda a sanar al enfermo, pero ¿qué esperanza tiene el que pierde el ánimo?» (PDT). Y la NVI lo traduce: “En la enfermedad, el ánimo levanta al enfermo; ¿pero quién podrá levantar al abatido?”

Una anciana vivía sola en su casa y la familia decidió llevársela a vivir a otra. Ya en su nueva residencia dijo: “dígales que me lleven a mi casa pues si no me voy a morir” y hundió la cabeza. A los días murió. Había perdido el ánimo que la sustentaba y eso le quitó la vida.

Ganar la lucha contra el desánimo depende de lo que pensamos y de nuestras convicciones. Identifique los pensamientos negativos, desalentadores y cámbielos por aquellos que le preparen para enfrentar cualquier tensión antes, al comienzo, durante y después de ella. El salmista se dijo: “¿Por qué te abates, oh alma mía y te turbas dentro de mí? Espera en Dios…” Nunca se desanimará quien piensa en la verdad y en los propósitos de Dios.

Eduardo Padrón

La reflexión de hoy

Tener aspecto de carnada

Un investigador acostumbrado a relacionarse con los animales, se disponía a sumergirse en las profundidades del mar con la finalidad de nadar junto a los tiburones, que, al parecer no tenían la costumbre de atacar a los hombres. Era valiente, si podemos decirlo así. No obstante, una de las precauciones que debía tomar era la de sumergirse lo más pronto posible, pues, mientras flotara en la superficie tendría un aspecto de carnada atrayendo los filosos dientes de los tiburones.

Esto me hizo pensar en los parecidos con la vida cristiana. Hay paralelos interesantes que nos dan una vital lección. La vida cristiana no puede ser superficial. Lo que nos enseña la Escritura es que debemos abundar más y más en lo que agrada a Dios. Sumergirse en las profundidades de la Biblia. Ese conocimiento e intimidad con Dios requiere dedicación, disciplina y constancia. La Palabra nos exhorta: «Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo…» (2P 3:18).

Sin embargo, hay quienes se empeñan en solo nadar en la superficie. Sus vidas, matrimonios y relaciones en general nunca mejoran por ese conformismo que impide hacer las cosas más y mejor. Insisten en aparentar ser carnadas y posiblemente lo sean en cualquier momento. Por favor, cuídese.

Eduardo Padrón https://www.instagram.com/p/Csn5o4muvFP/?igshid=MTc4MmM1YmI2Ng==

COMO ALCANZAR LAS ALMAS SIN MORIR EN EL INTENTO

“Sin morir en el intento” es una expresión que sin duda la ha escuchado o la ha usado en alguna oportunidad. Creo que la idea es que no fallemos en la intención de hacer lo que nos disponemos a hacer.
Se escucha decir: “cómo ser papá sin morir en el intento”; leí una que decía, “cómo descubrir al marido infiel sin morir en el intento”. Incluso leí otra que decía así: “cómo apostatar sin morir en el intento”. Pero en nuestro caso muy concreto es “cómo alcanzar almas sin morir en el intento”.

Yo comprendo que usar este término (alma) puede a alguna persona parecerle extraño. Pero lo hemos adoptado (sin querer entrar en un estudio sobre esa palabra), para referirnos a las personas. Tal vez recordando aquel versículo que se encuentra en Ezequiel 18:4 que dice:
“He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá”.
Y aquí “alma” se refiere a la persona. Así que lo usamos con este sentido, para referirnos a las personas que necesitan ser alcanzadas para Cristo.

No obstante por un buen tiempo se pensaba que lo único que se debía salvar era la parte inmaterial. Esto se debía a que interpretábamos mal las palabras del Señor cuando le dijo al hipotético hombre rico: “necio, esta noche viene a pedirte tu alma… (Lucas 12:20). Lo que le iban a pedir era su vida, no solamente su parte inmaterial.

Los errores surgen de otros errores sin duda alguna. Esta inadecuada interpretación nos condujo a una labor también incorrecta, pues, ya que si solamente el alma se salvaba, entonces no valía la pena ministrarle al cuerpo. ¿Se imaginan? Esto lo practicamos, lo cantamos y lo predicamos por un buen tiempo, aunque lo hacíamos con sinceridad. Sin embargo Pero el mandato aún está vigente. La Palabra de Dios es muy clara en eso:

“Por tanto id y hace discípulos de todas las naciones” (28:19).

«⁴⁵ Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras, ⁴⁶ y les dijo: — Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciera y resucitara de los muertos al tercer día; ⁴⁷ y que en su nombre se predicara el arrepentimiento y la remisión de pecados en todas las naciones comenzando desde Jerusalén.» (Lc 24:45-47)

¿Cómo podemos cumplir con esta comisión sin morir en el intento? Le voy a dar a continuación algunas verdades que me gustaría que usted las recuerde a la hora de cumplir este mandato.

I. CONVÉNZASE DE SU LLAMADO

Esta es la primera verdad que debe penetrar su corazón. Usted debe convencerse que fue llamado para llevar el mensaje de salvación a las “almas” perdidas en este mundo y en su propia generación.

No es un llamado especial para convertirse en un gran evangelista. ES UN LLAMADO A INVOLUCRARSE EN UNA MISIÓN.
Este llamado es una inquietud que se transforma en peso, impulso, fuego y convicción. Es decir, el asunto se origina en Dios. Él le ha llamado para involucrarlo en lo eterno. Así se lo dijo una vez a sus discípulos:

“No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca…” (Juan 15:16).

“Y me seréis testigos…” (Hechos 1:18).

“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable. (1 P 2,9).

¿No es acaso este un propósito claro que le daba sentido, dirección e intención a la vida de los apóstoles? El asunto se les metió tan profundo en sus vidas que ellos no desistían ni cuando eran perseguidos. Hechos 4:20 nos muestra a unos seguidores de Cristo firmes ante la adversidad diciendo: “Porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído”.

¿Qué produce en la vida esta convicción?

La convicción del llamado primero es fuente de seguridad y ahuyenta todo temor. Pablo escribió sobre sí mismo y su relación con el evangelio.

Segundo, la convicción dá prioridad. A Timoteo el apóstol Pablo le escribió:

«En presencia de Dios y de Cristo Jesús, que ha de venir en su reino y que juzgará a los vivos y a los muertos, te doy este solemne encargo: 2 Predica la Palabra; persiste en hacerlo, sea o no sea oportuno; corrige, reprende y anima con mucha paciencia, sin dejar de enseñar. 3 Porque llegará el tiempo en que no van a tolerar la sana doctrina, sino que, llevados de sus propios deseos, se rodearán de maestros que les digan las novelerías que quieren oír. 4 Dejarán de escuchar la verdad y se volverán a los mitos» (2 Tim 4,1-4).

No hay duda de que esto le imprime un sentido de urgencia que no podemos obviar que solamente lo percibimos cuando comprendemos, creemos, aceptamos y andamos en ese llamado que el Señor nos ha hecho a todos.

Y tercero, nos permite hacer el trabajo depeniendo de su poder. No necesitas tener muchas letras, sino la unción divina. Un buen ejemplo es el de María Paxton. Ella nvitó a su padre a una escuela dominical, al convertirse fundó 1500 escuelas dominicales, con 70 mil alumnos y más de 100 iglesias.

II. CONVÉNZASE DE QUE LAS ALMAS ESTÁN PERDIDAS

Hace años, cuando aún era muy joven, me perdí en una montaña -por lo menos eso creía yo- en algún lado del Estado Carabobo. No sé si ustedes han experimentado lo que se siente. Iba yo con dos muchachos un poco más experimentados en la vida, y no me atrevía a manifestar mi temor. Así que en un momento que me quedé solo, elevé una oración desesperada manifestándole a Dios el miedo que sentía. Creo que Dios me escuchó pues, momentos después apareció alguien que nos auxilió.

Esta experiencia me hace pensar en que existe una diferencia entre eso que me aconteció y el hombre de hoy. La diferencia está en que yo sabía que estaba perdido, pero hoy mucha gente lo está – espiritualmente hablando- pero no lo sabe. La Biblia dice que los hombres caminan hacia la eternidad perdidos sin saberlo. Note la siguiente cita:

1Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, 2 en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera –habla ahora de los que no están en Cristo- en los hijos de desobediencia, 3 entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. (Efesios 2,1-3).

La gente vive hoy con la ilusión de que está muy bien. Se sienten cómodos haciendo lo que hacen, tranquilos creyendo cualquier cosa que escucha; o sencillamente dándole muy poca o ninguna importancia a la vida, la muerte o la eternidad. Están distraídos en sus filosofías con las que pretenden tener confianza, éxito, o su dosis de suerte que necesitan, se apoyan en sus propias religiones y creencias; y ahora abiertamente se inclinan por los cultos satánicos.
No tengo la menor duda que esta invasión de creencias nos demuestra que el hombre está hoy más inseguro que nunca.

Pero, ¿dónde está Dios en esta filosofía? ¿Cuánto le habla de su condición pecaminosa? ¿Dónde está el plan de salvación? ¿Le dice acaso dónde pasará la eternidad? ¿Les habla de una relación con el Padre eterno? ¿Les dice algo del amor de Dios y del sacrificio de Cristo por sus pecados? La respuesta es no, pues la intención del enemigo es ocultarle el verdadero camino de la vida.
La Biblia es muy clara en todo esto:

3 Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; 4 en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios. (Co 4,3-4).

Pero también nos dice Juan que «El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios». (Jn 3,18)

Pero están perdidos y alguien tiene que decírselo. Y aquí debemos insertar la incómoda advertencia de Dios. Ezequiel 3,17-18:

Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, tú la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte. 18Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano.

Hay quienes dicen que eso de demandar la sangre es sólo para el Antiguo Testamento, sin embargo Pablo lo consideró como algo muy serio. A los hermanos de Mileto les dijo: «Por tanto, yo os protesto en el día de hoy, que estoy limpio de la sangre de todos; 27porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios».

También recordemos estas palabras de Pablo:

«¹³ porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. ¹⁴ ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¹⁵ ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!» (Ro 10:13-15)

¿Conoce usted la historia de Carlos Peace? Carlos Peace era un criminal que no respetaba ley alguna, ni de hombres ni de Dios. Finalmente fue capturado y condenado a muerte. En aquella mañana cuando le llevaban de la celda al cadalso, el capellán de la prisión leía porciones de la Escritura que hablaban del sacrificio de Cristo por los pecadores. En eso el reo tocó el hombro del capellán y le preguntó qué leía. El capellán le respondió, “son consuelos de la religión para esta hora fatal”. El reo le preguntó “¿Usted cree que todo eso es verdad?- El oír leer del infierno con fuego que nunca acaba de consumir a sus víctimas, con la indiferencia con que lo estaba haciendo el funcionario de la prisión, era demasiado para Carlos Peace, y al mismo pie del cadalso, en el patio de la cárcel, le espetó el siguiente sermón:
Señor, si yo creyera lo que usted y su iglesia dicen, aun cuando Inglaterra estuviera cubierta de costa a costa de cristales rotos yo iría descalzo, o de rodillas, a predicar a las gentes que se arrepientan y evitaran semejante suerte. Creo que los cristianos no deberían vivir para otra cosa que para salvar las almas, si realmente creyeran lo que dicen creer” (Ravnhill, 26).

Hermanos, si la iglesia pierde el fuego del Espíritu santo, los hombres irán al fuego del infierno.

Recapitulando, para ganar las almas sin morir en el intento, debemos asegurarnos que hemos sido llamados y de que los pecadores realmente están perdidos.

III. ENCIENDA LA PASIÓN POR LAS ALMAS

Pasión es una palabra que usualmente se relaciona con las ideas de carne (naturaleza pecaminosa), estar fuera de control o irracional. No obstante es la palabra adecuada para dar a entender lo que se quiere decir. Pasión es “el impulso interno que promueve el bien, la actividad y la eficacia del cumplimiento del deber” (Piña). Es también el cuidado amoroso y vigilante de la gloria de Dios. Pablo dijo: «Bueno es mostrar celo en lo bueno siempre» (Ga 4,1). Y del Señor se escribió que el celo de su casa lo consumía.

Muy a menudo la pasión puede ser confundida con la religiosidad que afecta la libertad. Y además empaña la percepción de la voluntad de Dios. Hay quienes son sumamente religiosos como el fariseo de la parábola; lo cumplía todo, pero su centro de acción era él mismo. La gloria era para él, pues esperaba que los demás alabaran su condición y supuesta espiritualidad.

La pasión no es ni un gatillo emocional ni tampoco se trata de un celo sin madurez, ni siquiera es el apego a normas rigurosas (ascetismo). Y ese es el problema de muchos, tratar de ser celosos sin madurez espiritual.
Pero tampoco es algo reservado sólo para algunos escogidos; ni es sólo algo positivo.
¿Dónde comienza la pasión?
Se dice que el amor por los perdidos comienza con el amor a Cristo. Comenzamos a amar lo que Él ama. La pasión también se inicia con la decisión de obedecer a Dios y su Palabra. Es una mente llena de la Palabra y en continuo pensamiento en ella. Esto enciende un fuego que sólo puede venir del Espíritu de Dios.

¿Qué hacer para que se encienda la pasión por las almas? Primero, esta se enciende en la intimidad con Dios. Hay que orar, y orar y orar hasta que algo cambie en nuestro corazón. Hay corazones que no cambian porque no han sido suficientemente expuestos a la palabra y a la oración.

Segundo, se enciende la pasión cuando tenemos reuniones especiales de oración a favor de los perdidos. No es el culto frio e intrascendente, sino al clamor, al gemir, a la muerte por un alma. Si sientes pesadez, si no sientes el fuego en tus venas por las almas; entonces tienes que pagar el precio delante de Dios. Yo recuerdo que hubo siervos de Dios que clamaron diciendo: «Dame un alma o me muero». Quiera Dios que podamos tener el mismo sentir.

Por lo tanto, si desea predicar sin morir en el intento, pida pasión por las almas perdidas.

IV. USE SU TESTIMONIO

Hoy muchos que no testifican de Cristo, porque no saben como hacerlo. No conocen un método. Yo creo que en parte es verdad. Pero también es porque no saben lo que tienen y no saben usarlo. Claro que pudieran aprender un método, que no son malos, pero hay que hacerrlo teniendo presente que los métodos encierran sus peligros porque podrían hacer que se centre nuestra atención solo en sus efectos, en los resultados. Inclinan la atención en las estadísticas y tambien, porque podríamos caer en la seducción de predicar en el poder del método y no del Espíritu. Al mundo no se le puede predicar con el Abana y el Farfar de la fuerza humana, ni de la filosofía. Sino con el Espíritu. dijo el profeta.

No obstante, un creyente lleno del Espíritu puede y debe predicar con su testimonio. Esta es una magnífica herramienta. Un testimonio es la afirmación o prueba de un hecho. Nuestro testimonio cristiano es la prueba pública de nuestra fe en Jesucristo.

¿Quiénes usaron su testimonio? Los apóstoles usaron su testimonio. Fueron testigos: «A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos». (Hechos 2,32). ,»Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos». (Hechos 4,33).

En el libro de los Hechos también hallamos a Pablo usando su testimonio por lo menos en dos ocasiones: En Jerusalén y ante el rey Agripa. Pablo es un buen ejemplo de cómo testificar con su testimonio personal.

¿Cómo puedo elaborar mi testimonio?
Fácilmente puedes elaborar tu testimonio usando el esquema, ANTES, COMO Y DESPUÉS. Un breve análisis del testimonio de Pablo en Hechos 26,4-26 nos revela este esquema.

De los versículos 1 al 11 habla de su vida antes de conocer a Cristo: Era religioso extremo y perseguidor de la iglesia.
Del versículo 12 al 18 nos habla de cómo recibió al Señor: El Señor lo sorprende en el camino a Damasco. Del versículo 19 al 23, nos describe su después: No es renuente a la visión ni a su llamado a predicar el evangelio.

Algunas recomendaciones: Escriba tu testimonio con claridad y que no sea largo.
No uses un vocabulario muy evangélico. Usa palabras que la gente comprenda.
Incluye un versículo que haya sido importante para tu conversión a Cristo.

Ora con constancia por las personas a quienes vas a compartir tu testimonio.
Comienza y una vez que hayas comenzado, nunca te detengas. Ora para que el Señor te llene de su Espíritu. Recuerda: «Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. (Hechos 1,8).Una vez la iglesia primitiva pedía denuedo, valor para predicar el evangelio sin temor y el Señor les llenó del Espíritu Santo.

CONCLUSIÓN

  1. Por lo tanto hermanos, para alcanzar a las almas para Cristo sin morir en el intento hay que tener presente estos cuatro puntos:
  2. Convénzase de su llamado
    Convénzase de que las almas están perdidas
    Encienda la pasión por las almas
    Use su testimonio.
  3. Y todo esto se pule, se aceita, se enciende con una vida rica en la presencia de Dios.
  4. Ravenhill en su libro Porqué no llega el avivamiento nos da algunas frases en torno a la oración y a la predicación que son imposibles de soportar sin reaccionar a ellas:
  5. “la oración es profundamente simple, y simplemente profunda”;
    “El secreto de la oración es la oración en secreto”;
    “ningún hombre es más grande que su vida de oración”.
    “El mundo no espera una nueva definición del Evangelio, sino una nueva demostración del poder del Evangelio”.
  6. Ayúdenos Dios, para ser la iglesia llena de pasión y fuego que esta era de oscuridad y paganismo necesita.

Pastor Eduardo Padrón

Llanto en la risa

UNA GOTA DE SABIDURÍA

«Aun en la risa tendrá dolor el corazón; Y el término de la alegría es congoja.» (Pr. 14:13)

Se cuenta que un hombre decidió ir al médico después de tantos intentos fallidos por aliviar una profunda tristeza. El galeno lo examinó y no halló ningún mal físico. Así que le recetó salir, divertirse, pasar tiempo con mujeres, amigos; pero ya lo había probado todo. Finalmente le recomendó ir a la función de un payaso que recién había llegado. «¡Amigo mío!», le dijo: «no hay pesadumbre que lo resista; él le hará reír.» El hombre le miró y le preguntó: ¿Seguro que me hará reír?» E inmediatamente bajó la mirada como quien desea enterrarla en el piso y con voz muy queda dijo: «Yo soy ese payaso, cámbieme la receta.” (Adaptación de Reír llorando).
La tristeza no es lo único en el drama de la vida. Muchos llevan una carga que para no dar explicaciones dicen: «mejor río para no llorar». Pero lamentablemente la risa se va y el dolor queda. A veces lo que sucede se parece a lo descrito por alguien cuando dijo, “pasa el sufrir, pero no el haber sufrido”; si no son las circunstancias, entonces son los recuerdos los que nos agobian. ¿Cuál es el gozo que trasciende los sufrimientos?
En el salmo treinta hallamos el canto que elevó David a Dios por haberle librado de sus enemigos, de sus angustias y de una falsa seguridad en la que se apoyaba. Por aquel favor divino declaró: “El llanto podrá durar toda la noche, pero con la mañana llega la alegría… cambiaste mi duelo en alegre danza… me vestiste de alegría”. La fe en Dios es la que trae gozo, y este es el gozo que trasciende la tristeza. ¿Tienes esa fe?

Eduardo Padrón

Confianza total

“Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas.” (Pro. 3:5-6).

Creo que debe ser muy difícil encontrar a alguien que viva de acuerdo a todo lo que se propone en nuestros dos versículos de hoy. Son tres consejos muy claros: confía en Dios; no te apoyes en ti mismo e involúcralo en todo lo que hagas. Los tres vienen acompañados de una sola promesa: Dios enderezará todo lo que hagas o, como lo dice la versión Palabra de Dios para Todos, “te ayudará a vivir rectamente”.

Lo antes dicho parece plantearnos la síntesis de una obediencia radical: la confianza debe ser “de todo corazón”, el apoyo no puede estar en la “propia prudencia” y el reconocimiento de Dios tiene que ser en “todos tus caminos”. ¿No es así la vida cristiana? En ella la medida de Dios no puede ser inferior. Él no nos pide un porcentaje de nosotros, sino una confianza total, aceptación total y que lo involucremos totalmente en lo que hagamos; solo así garantizamos su total ayuda.

Esto no excluye lo fascinante de la vida cuando se tiene que tomar decisiones o enfrentar sus entuertos. Pero la singularidad de estas exhortaciones descansa en que solo Dios nos entiende perfectamente y conoce nuestras verdaderas necesidades. Él sabe la manera correcta de hacer las cosas, tiene la ayuda que necesitamos y conoce el comienzo y el final de todo.  

Por tanto, nuestra gota nos anima a confiar en Dios, no solo en algunas cosas, sino en todo. Tengámoslo presente en cada paso que demos, en cada toma de decisiones, en cada bifurcación del camino. Él nos garantiza su ayuda en todo y para todo.

Eduardo Padrón

Dime con quién andas

UNA GOTA DE SABIDURÍA

“No te entremetas con el iracundo, ni te acompañes con el hombre de enojos, no sea que aprendas sus maneras, y tomes lazo para tu alma.” (Pro. 22:24-25).


En su obra El Criticón, Gracián escribió: “cada uno muestra lo que es, en los amigos que tiene”. Y el refranero popular lo vierte así: “dime con quién andas, y te diré quién eres”. Suena necio tener que repetir esta verdad, pero impresiona más lo rápido que se olvida.

A muchos hoy les sucede lo del loro que frecuentaba a los cuervos. El dueño de un maizal lo sorprendió y al sentenciarlo a muerte, argumentó que él no era un cuervo que no le matara. El hombre respondió: –quisiste vivir como un cuervo, muere como uno.

Curiosamente nuestro proverbio nos muestra una de las mejores formas de aprender: por imitación. Es más efectiva que una clase; compite ventajosamente contra cualquier serie sermonaria. Fue usada por el Señor y se usa hoy muy provechosamente en la publicidad secular y religiosa.

Pero su más trágico efecto se observa en quienes copian modelos indignos. Estos fracasan por desoír este sencillo consejo. Los tales ponen “lazo para su alma”. Después no podrán culpar a nadie. Es una ley de la que no escapa el cristiano que deforma su conducta y piedad copiando nuevas costumbres que no pasan el escrutinio bíblico. Incluso, afecta a los ministros que comienzan bien sus carreras, pero la terminan dando mucha pena.

Por tanto, nuestra gota de hoy es una ley escuchada hasta el hartazgo. Elige bien con quién andas o a quién escuchas. Evita ponerte la soga al cuello o sencillamente, quítatela. Tú puedes escoger de quién vas a aprender o con quién te compararán. Es tu decisión. Dios nos ayude a todos.

Eduardo Padrón

UNA GOTA DE SABIDURÍA

NO PUEDE QUIEN NO QUIERE

«Él provee de sana sabiduría a los rectos; Es escudo a los que caminan rectamente.» (Prov. 2:7).

Uno de los tantos dones que Dios da en su gracia es mencionado en nuestro proverbio de hoy: la sabiduría. En la Biblia esta es eminentemente práctica. No es como un jarrón antiguo que solo se exhibe. Es obrar con prudencia. 

“Sana sabiduría” parece indicarnos que existe una que no lo es. Hay un saber que empobrece, inútil para el bien vivir. Esta “sana sabiduría” es traducida como » acierto » (BTX) y «sentido común» (NVI). ¿Quién no desea acertar en lo que decide, emprende o realiza? ¿Quién no desea acertar al elegir —no a la persona perfecta—sino a la correcta?  ¿Por qué no caminar en esta vida sin el enojoso fardo de tantas equivocaciones? ¡Alégrate! Esa capacidad viene de Dios y es gratis.

Sin embargo, para disfrutarla hay que doblegarse. Esta es la lógica del proverbio: no puede tenerla quien no puede o no desea someterse a ella. Este es el error del necio que solo quiere adornarse sin ser sabio, mostrarla como una ostentación sin usarla. Someterse a la sabiduría es acogerse a su consejo y esto es doblegarse a Dios pues él es su fuente. Un corazón sabio no lucha con lo que tiene que hacer. Está determinado a hacerlo y esas decisiones serán su “escudo”.

Por tanto, nuestra gota de sabiduría nos muestra una excelente provisión de Dios: su acierto, su sentido común, su sabiduría. No evitará que tengamos momentos desagradables, conflictos y decisiones difíciles; pero sí nos librará de sus perjuicios y nos permitirá dar nuevas respuestas llenas de satisfacción y bienestar. Decide hoy caminar en la “sana sabiduría” de Dios, ella será tu escudo.

Eduardo Padrón

¿Eres imitable?

He considerado por mucho tiempo que esta pregunta o no se formula o se escamotea ante una falla evidente pero soterrada en cada cristiano. Sea porque no nos sentimos imitables o porque participamos de una falsa humildad, sin embargo, la respuesta generalizada es un rotundo no. Y es que hay que ser ―tal vez pensamos― muy buenos y muy humildes para aceptarlo y proclamarlo como muy bien lo pensaríamos de Pablo cuando se los dijo a los corintios: “sed imitadores de mí”.

Sin embargo, el mismo Pablo tuvo que aceptar su imperfección al completar su exhortación diciendo que debían imitarle de la misma manera que él lo hacía con Cristo. Esto revela la suficiente humildad tanto para reconocer su imitación de Cristo como la necesidad de hacerlo. La medida estaba allí, el canon no fue el establecido por el hombre que, dicho sea de paso, aquí sí cabe aquello de “yo no sigo a hombre” como la reacción a supuestos modelos impuestos en nuestra contemporaneidad, como también la negación a cualquier modelo de cualquier creyente que sinceramente esté aprendiendo genuinamente de un aceptado y probado discipulador.

El camino del discipulado está minado de explosivos, algunos muy evidentes y otros no tan evidentes. Juzgo que a veces tenemos que preguntarnos si somos una especulación proclamando verdades y urgiendo a la iglesia a obedecerla y nosotros mismos no tenemos el corazón dispuesto al cien por ciento para hacerlo. No obstante, el camino para ser imitable tiene que comenzar por el análisis de lo que no somos a fin de que no nos convirtamos en unos impostores de lo espiritual. ¿Estaríamos dispuestos a convertirnos en todo lo que promovemos? ¿Cuánto de lo que somos, hacemos y tenemos está disponible para que se consuma en el horno como leña para que la visión se cocine y se mantenga viva todo el tiempo?

Ser imitable implica que primero he imitado un modelo adecuado de discípulo. Esto me permite tener tanto una referencia como un contenido que me muestra una línea de avance con señales muy claras en el camino y con un contendido que hallará su praxis en el nuevo comportamiento y en la multiplicación discipular. La presuposición básica es que el discípulo ha tenido que aprender de su discipulador pues no se trata de una enseñanza que emerge del ego o del personalismo. No creo que tengamos la libertad para inventar nuestra propia imagen de discípulo. De dónde emergería sino de nuestras propias y desviadas visiones que tenemos de nosotros mismos. Por tanto, luce altamente peligroso que nos inventemos nuestros propios modelos supuestamente como respuestas al momento en el que vivimos. La respuesta ya está dada, el modelo es Cristo y todo lo que promovamos como discipulado cristocéntrico tiene que partir de su modelo y su enseñanza.

Por otro lado, la pregunta que anima esta reflexión de alguna forma nos hace ver que somos más el fruto de un discipulado cuyo modelo es más eclesial que individual. Así que el ser imitadores de alguien se ha convertido en ser imitadores de muchos. Hoy esto es más cierto que nunca pues los modelos de crecimiento viajan por los canales de la red y por los medios de comunicación promoviéndonos un discipulado que se pierde en la multitud, es decir, que se diluye en la masa perdiéndose la calidad individual. “Sean imitadores de mi iglesia” podría lo más descriptivo hoy. Y si la iglesia tiene a la mano los recursos que ofrecen las redes y el “marketing santo”, tendrá una mejor posibilidad de promover su modelo para ser cristiano no necesariamente para ser un discípulo. ¿Con qué se compromete el que espera un milagro o una oración milagrosa y cuánto es capaz de desembolsar para recibir por una transacción lo que le es ofrecido por gracia? ¿Qué tipo de discípulo es ese que se ata a ese intercambio de bienes? ¿En qué se parece al discipulado que nos dejó Jesús el Señor al mandarnos a enseñar a obedecer lo aprendido? Por esta vía no tenemos ningún modelo discipular sino una perniciosa costumbre de someterse a un esquema de toma y dame que durará tanto como duren las dolencias, enfermedades y necesidades.

“Sed imitadores de mi” de alguna forma nos indica a quién no debemos imitar. Entendiendo y aceptando la calidad del discipulador, es ventajoso saber a quién vamos a imitar y si a quien le toca imitar ―como es lo natural― es al llamado nuevo creyente, sin duda que será muy ventajoso que desde el principio el modelo o discipulador sea el adecuado. Por tanto, el discipulado descansa en un gran porcentaje de una autoevaluación, un libre pero sincero examen que se adecúe como respuesta también adecuada a la conciencia cristiana que ponga en evidencia la imperfección no está estigmatizada por el pecado, sino por nuestra naturaleza y vida imperfecta pero perfectible en Cristo.

Así, pues, a la pregunta de si soy imitable debo responder con la mayor sinceridad que nos permita el comprender que nosotros mismos estamos en el camino del aprendizaje y del cambio pues si no estamos en ese camino, la imperfección se convierte en lastre. No debo permitir entonces que mi reconocimiento de lo que no soy, ni de lo que no sé, ni de cuánto me falta por crecer se convierta en la piedra que me haga tropezar. Solo aprende y cambia quien sabe que no sabe, quien comprende lo que le falta por aprender, quien sanamente comprende que en ese camino su aprendizaje y sincero crecimiento lo convierte en imitable aunque aún tenga mucho camino que recorrer.

Convirtamos la pregunta en una afirmación y, con la ayuda del Señor, no dejemos que lo que no hemos alcanzado aún sea lo que nos imposibilite para ser un adecuado discipulador. Mientras sigas aprendiendo y convirtiendo en vida las enseñanzas de Jesús el Señor, eres imitable y digno de discipular a otros en este maravilloso camino del discipulado cristiano. Los discípulos de Cristo nunca se presentaron como perfectos, pero fueron imitables en su fe, perseverancia, compromiso, valor, aprendizaje y obediencia.

Muchos creyentes son más imitables de lo que ellos mismos suponen, ¿por qué entonces no están discipulando? La razón podría estar escondida en la irrazonable postura de la iglesia de apartarse del principal mandato dado por Cristo a su iglesia, su principal e irremplazable labor y trabajo más importante: el discipulado.

Termino con mi pregunta inicial, ¿eres imitable? Lo que te falta por crecer no es con lo tengas que tropezar, sino lo que te califique para serlo. Espero que lo consideres seriamente.

Eduardo Padrón
4/7/2022

La ira (2)

ENFRENTANDO LA IRA ANTES DE ESTAR AIRADO

Meta de la lección: Se comprenderá que la prevención de la ira es mucho mejor que el tratamiento de ella. Conocerá la forma de prevenir la ira y cambiará su manera de pensar en torno a su posición y la ira.

Indicador: Elaborará un pequeño plan para enfrentar un caso de ira antes de experimentarla.

INTRODUCCIÓN

Lea con atención el siguiente relato. Luego pregúntese: ¿Cómo me sentiría si fuera usted?

Iván y Angela Luisa eran miembros de la iglesia. Además, Iván pertenecía a la Junta Directiva de la misma. Una mañana, apenas se levantó de su lecho, ella se le acercó y le dijo en tono amoroso: -Iván, tienes el semblante muy triste esta mañana. ¿Te ha ocurrido algo?

-Tú también te sentirías triste si hubieras soñado lo que yo soñé anoche.

-¿Pero qué pudiste haber soñado para que estés tan triste?

-Soñé que estaba en la reunión de negocios de la Directiva de la iglesia y que había usado palabras hirientes que lastimaron el corazón de nuestro pastor. Y en mi sueño le vi cuando fue a su casa, enfermó y murió. Luego le vi subir al cielo. Poco después soñé que yo también había muerto y que cuando llegaba a las puertas del cielo fue nuestro pastor el que salió a recibirme, y me extendió sus manos diciéndome: «Ven con toda confianza, Iván, que aquí no hay enojos. Me alegra mucho verte.»

La ilustración nos muestra que, aunque es verdad que en el cielo no hay enojos, aquí en la tierra sí y muchas veces causan mucho dolor y trastornos.

La Palabra de Dios nos habla claramente en cuanto a la ira, el enojo y sus consecuencias. ¿No sería bueno entonces trabajar duro en nuestras vidas para bregar con ella?

El primer paso para manejar la ira es desear de todo corazón el cambio. No se logra gran cosa mientras no se quiera hacer algo con su problema.

El segundo paso es determinar a cuál de las dos secciones principales del problema nos estamos refiriendo: Se puede encarar la ira antes de que se presenten los «sentimientos» de ira o después.

ENFRENTANDO LA IRA ANTES DE «SENTIRSE AIRADO»

Lea los versículos Prov. 12:16; 29:8; 30:33 y resalte lo que dicen en cuanto a la ira.

1. Pro. 12:16: ________________________

2. Prov. 29:8: ________________________

3. Prov. 30:33: _______________________

La mejor manera de controlar la ira es el mantenimiento preventivo. Tenemos que aprender a detener la ira antes de que se haga presente. Si lo logramos, habremos dado un gran paso hacia adelante. ¿Cómo?

1. Haga revisión de su experiencia con la ira. Esto le ayudará a dar una nueva respuesta ante ella. Conteste las siguientes preguntas:

a. ¿Cómo se catalogaría usted: muy airado, término medio o poco?

b. ¿Qué dirían de mi mis amigos y familiares que soy: Una persona muy airada; término medio, con poca ira?

c. ¿Cuál fue mi puntaje en el inventario de la ira?

d. ¿Cómo expresa usted su ira: verbalmente (tono de voz), con la cara o gestos del cuerpo?

e. ¿Cuáles son los factores que intervienen para que se enoje: egoísmo, injusticia, venganza, agresión, celos, el clima, crítica, mi familia, otros?

f. ¿Con quién me siento airado: cónyuge, hermanos en Cristo, mis hijos, hermanos, amigos, objetos, otros?

g. El momento del día en que siento que me empiezo a airar más a menudo es: La mañana, la tarde, la noche.

2. Revise brevemente su pasado en relación a la ira. Anote aquellos aspectos de su vida que desearía mejorar. Conviértalos en motivos de oración.

______________________________________

______________________________________

3. Compare detenidamente los siguientes versículos y resalte lo que Dios manda en torno a la ira:

a. Colosenses.3:5: ______________________________________

b. Colosenses 3:10: ______________________________________

4. Busque la ayuda de un hermano, amigo o consejero prudente y serio que le ayude a mantenerse en el camino correcto que nos traza la Palabra de Dios. (Salmo 1:1-3; Prov. 12:15; 15:22; 19:20; 20:5; 20;18; 24:6; 27:9).

5. Muchas explosiones de ira se evitan, evadiendo las situaciones que la provocan. Obviamente es mejor resolverlas, pero esto no siempre es posible.

a. Como no siempre es posible evitar las situaciones que le producen ira, sería bueno reducir el contacto al mínimo.

b. Es bueno aprender a premeditar los puntos de mayor presión. Es mejor prevenir que lamentar. (Prov. 22:24,24).

6. Admita que siempre será responsable por la manera en que decidimos reaccionar ante las situaciones que le producen ira.

a. Nadie le hace rabiar. La ira es nuestra respuesta a las acciones de otros. Uno mismo se provoca ira.

b. Representar con un amigo la forma en que puede reaccionar. O ensaye mentalmente antes de verse sometido a la presión sus reacciones positivas frente a la emoción de la ira.

7. Aprenda a relajarse. A veces vemos las cosas con excesiva seriedad. Tal vez los problemas no sean tan grandes como usted los percibe. Desarrolle un poco su sentido del humor.

8. Aprenda a hacerse preguntas: ¿Qué haría Jesús en esta situación? ¿Cómo reaccionaría él? ¿Necesito airarme? ¿Me ayudará la ira a manejar mejor este asunto o este conflicto?

9. Pídale a Dios que le ayude a controlar su lengua. Alguien dijo: «La lengua está en un lugar húmedo y resbala con facilidad.»

a. La clave para controlar la lengua es planear con anticipación. Antes de encontrarse en una situación conflictiva, decida que no va a decir nada que hiera o destruya a la otra persona.

b. Dios le dará el poder para hacerlo si usted así lo desea (St. 3:2-18).

10. Decida ser sincero y afectuoso cada vez que sea posible. Escriba las cualidades que aparecen en estos versículos:

a. Prov. 27:4-6_______________________

b. Ef. 4:25 ____________________________

c. 1 Cor. 13:4-7,13: ______________________________________

11. Describe cómo piensas cuando te vas a enojar: ____________________________________

12. Pregúntate: ¿se parece a lo que dice Filipenses 4:8? _____________________________________

13. Anota ahora lo que harás para suplantar esa forma de pensar. _____________________________________

14. Haz un plan de lectura sobre el aspecto en el que estás necesitado. Un buen comienzo sería iniciar un estudio bíblico sobre la ira, seguido por otro sobre el perdón y uno sobre la paciencia. Recuerda lo que nos dice Colosenses 3:16.

15. ¿Cómo describirías la actitud del Señor Jesucristo mostrada en 1 Pedro 2:23?

______________________________________

______________________________________

RETO PERSONAL:

Elabore un pequeño plan de tres pasos mínimo, para enfrentar la ira antes de sentirla.

Paso 1:

Paso 2:

Paso 3:

Eduardo Padrón – Min. Educación y Cambio

Otra profecía

Ayer volvió a llegar a mis redes un mensaje que anunciaba como palabra de Dios la cercanía de un terremoto mundial y advertía a la iglesia sobre prepararse y a los no creyentes a arrepentirse.

Confieso que este tipo de mensaje me inquieta y me incomoda. Pero esta vez he decidido meditar un poco en por qué lo siento así. Estas son algunas de mis razones.

Primero, me incomoda porque produce más temor que confianza. No creo que la fe y la obediencia crezcan con el temor. ¿Por qué debemos amar y servir a Dios en base al temor y no al amor o el respeto? Además, tal temor es contrario a la seguridad y a la esperanza que Dios nos ha dado como asideros seguros en su Palabra.

Segundo, porque es un tipo de mensaje que suscita un sentimiento ambiguo: si lo creo podría estar confiando en un mensaje falso y, si no lo creo, podría ofender a Dios. Dicho de otra forma, no es convincente, pero no puedes dejar de tomarlo en cuenta. Así que te encarcela el alma entre dos aguas.

Tercero, porque se usan textos bíblico extraídos de su contexto y ya sabemos que lo que se encuentra más cerca de esta metodología no es la verdad, sino algún pretexto.

Cuarto, porque este tipo de mensajes solo se escuchan en tiempos similares a los que estamos viviendo, como si lo que sucede no perteneciera a los últimos tiempos claramente descritos en la Palabra. Estos mensajes se parecen a aquel hombre que regaba galletas para ahuyentar a los leones. Cuando le dijeron que por allí no había leones, respondió: «¿se da cuenta que tengo razón?»

Quinto, porque habiendo suficiente base bíblica que exhorta a la iglesia a estar preparada para la segunda venida del Señor, se nos da un mensaje de temor para que obedezcamos y así ser protegidos del cataclismo que se acerca.

Por otro lado me extraña mucho que se presente a Dios como si se le hubieran agotado todos los recursos para convencer al hombre de creerle. ¿Es eso así? ¿No está dentro de su soberana voluntad escoger a quien quiera?

No es mi intención cerrarme herméticamente, pero creo que lo que va a suceder ya está escrito en la Palabra. Leamos 2 Pedro 3 y nos daremos cuenta que el mensaje en torno a los acontecimientos finales es de esperanza y de exhortación a vivir en santidad y obediencia. No creo que el temor sea el mensaje que motive y avive la fe y la consagración.

Sin embargo, a fin de cuentas, cada cual decide en lo que va a creer. Esto implica que también elegimos por cuál mensaje seremos estimulados a la vida que Dios espera de los redimidos. Yo, con mis respetos, opto por la Palabra. Ella es la que me permite afirmarme y crecer en fe y en la gracia del Señor.

Tengamos presente lo que el mensaje del Apocalipsis señala casi al final: «Deja que el malo siga haciendo el mal y que el vil siga envileciéndose; deja que el justo siga practicando la justicia y que el santo siga santificándose».» (NVI’15 Ap 22:11). Ya sabemos lo que nos toca si en realidad somos justos y santos. Así, pues, demostremos lo que somos con nuestro comportamiento y vida.

Para concluir, afirmo que es la Palabra revelada e inspirada de Dios la idónea para fortalecernos en la fe en Dios y en nuestro compromiso. Debe llenarnos de confianza y no de temor.


EPadrón
(Lunes 5 de abril de 2021 a la 1:04 am)