Búscale la vuelta

Hay una lógica en las cosas que nos advierte que solo funcionan normalmente de cierta forma. Son las leyes que explican la creación y funcionamiento de una maquinaria, por ejemplo, lo que la hace fluir, como dicen algunos, serena y equilibradamente. Cuando tratamos de arreglarla debemos buscarle esa “caída” normal que no es simplemente hallar una solución, sino la que engrane.

No es igual formar a un buen médico que a un médico bueno. Si me doy a entender, uno sale de la universidad y el otro del hogar. Una permite crear un buen profesional y la otra a un buen hombre. La instrucción hogareña de fe en la vida de un niño deja sus huellas. Lo que esperamos es que, sea mucho o poco lo que hayamos hecho bien, nuestros hijos tomen buenas decisiones. Esto lo enseña nuestro proverbio, pero no es todo lo que dice, ni es una fórmula que siempre da los mismos resultados.

El versículo exhorta a instruir al niño “en su camino” no en el nuestro, ni en lo que deseamos. Hay una individualidad, unos talentos y una vocación que marcan su inclinación. Ignorarlos es como forzarlo a que funcione sin reparo alguno en “la caída” o “la vuelta” que se ajuste. Si solo llega a ser lo que deseamos no se sentirá realizado.

Instruir “en su camino” al niño da la ventaja de una motivación ganada, la lucha contra sus caprichos sería más llevadera y el esfuerzo se concentraría en la corrección y la enseñanza de los valores que formen su carácter y le ayuden a desempeñarse con fe, firmeza, justicia, rectitud y sensibilidad. Dios no obvió este detalle. ¡Qué gran detalle!

Eduardo Padrón

¡CÓPIATE DE CRISTO!

Por Eduardo Padrón

«Haya, pues en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús»

A menudo recuerdo que en mis tiempos de bachillerato presentaba un examen que me había quedado pendiente y tuve que sentarme en el primer pupitre justo delante de la profesora que daba su clase normalmente. Estaba trancado en una pregunta y de pronto, un compañero sentado detrás de mí me levantó el brazo y rápidamente puso debajo de mi antebrazo lo que llamábamos una “chuleta”. Usted sabe lo que es. No supe qué hacer, me puse nervioso y nunca pude sacarla del temor que sentía. Siempre he sospechado que la profesora se había dado cuenta, tanto de la trampa que tenía de bajo de mi antebrazo como de mi miedo, pero nunca pude constatarlo.

No hay duda de que para muchos copiarse en un examen o copiar cualquier cosa es un arte, una especialidad. Se copian los estudiantes produciendo sus “chuletas” con una increíble originalidad; se copian productos; artefactos de sonido, discos compactos, archivos, canciones, programas. De alguna manera todos hemos caído en la ola del copiado. Así que vivimos en el mundo y en la era de las copias. Lícita o ilícitamente.

Una vez les dije a unos hermanos que se iniciaban en la producción radial que podían copiar el modelo y el estilo de una buena producción radial. Que para comenzar no era malo, pero que después debían ir adquiriendo su propio estilo. En todo caso, en la vida no hay nada nuevo. El autor de Eclesiastés señaló:

  • ¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol. ¿Hay algo de que se puede decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido (Ecl 1:9-10).

Lo que nos dice el razonamiento de Salomón es que es imposible ser completamente original. Pero aclaremos que sí es criticable vivir de la imitación, del plagio y del robo de ideas. La pregunta es, ¿hay algo que podamos copiar sin caer en lo inadecuado? ¿A quién copiarías en tu vida o a quién imitarías?

Muchos quieren imitar a sus padres, amigos, profesores, ídolos. No obstante estos modelos ―no todos adecuados por estar llenos de defectos― no te servirán para todas las áreas de la vida. Además, siempre tendrás el reto de ser tú mismo, tú misma y adoptar tu propio modelo.

Pero la buena noticia es que sí hay un modelo que es ideal, y aunque no puedas alcanzar su estatura, nunca sentirás que se agota su riqueza. Ese modelo es el Señor Jesucristo. Imitándole no tendrás el problema del plagio ni de tener que apartarte para definir tu propio paradigma. Él es el modelo, él es el paradigma, él es el camino. Por eso te digo hoy: ¡Cópiate de Cristo!

Este es definitivamente el pensamiento central en Filipenses 2:1-11. Pablo lo expresó de esta forma: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús”.

CONTEXTO

Filipenses es la carta del gozo. Pero no del gozo del que se desternilla de la risa. Sino del gozo que da el Señor aun cuando estamos en trances difíciles.

Fue escrita desde la prisión y ya esto choca frontalmente contra lo que se piensa debe ser la vida cristiana. Siempre habrá quien piense que debe ser cero problemas, cero dolores, cero necesidades, cero enfermedades, cero preocupaciones. ¿Podría Pablo hablar hoy de éxito ministerial desde la prisión sin poseer una tarjeta de crédito? Creo que el concepto paulino no encajaría con las medidas de éxito ministerial de hoy.

Pablo al escribir esta carta tenía cuatro propósitos: (1) agradecer a los filipenses su preocupación por él; (2) testificar sobre Epafrodito; (3) estimular a los hermanos; y (4) exhortar a la unidad que se veía seriamente amenazada. Y es precisamente a este último propósito al que Pablo apunta en esta porción de la Escritura.

Así, pues, tenemos delante una lección de unidad que si la comprendemos y las practicamos, será de muchísima bendición para nosotros. El sentir de Cristo ha sido siempre el de la unidad. La síntesis de del mismo lo hallamos en su singular petición al Padre por la unidad en su oración de Juan 17. Así que el mensaje céntrico sigue siendo el mismo ¡CÓPIATE DE CRISTO! Qué Cristo sea tu modelo, tu paradigma en todo.

Con esto en mente, veamos lo que nos dice esta porción de Filipenses 2,1-11.

I
TODO CREYENTE YA HA SIDO EQUIPADO

Esta es una verdad que todo cristiano renacido debe conocer y en el buen sentido explotar. Una vez Pablo le dijo a los romanos:

  • …y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado (5,5 cf. 2 Tim 2,7; 2 P 1,3)).

Si comprendemos esto podremos tener mejores posturas en la iglesia. Usted debe saber que ya fue equipado para lo bueno. No obstante, cuando leemos Filipenses 2:1 en la RV60, hallamos que pareciera que aún hay que llenar algunas condiciones previas. Leamos ese versículo:

  • Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia…

Personalmente considero lamentable que haya sido traducido como si tuviéramos que llenar ciertas condiciones para luego bregar con la unidad. Voy a decirlo así: Las condiciones ya están cumplidas por Cristo y por el Espíritu Santo y lo que podemos decir es que ya usted está equipado para dar buenas respuestas.

Leamos ese mismo versículo en la Biblia en Lenguaje Sencillo:

  • Estoy seguro de que Cristo les ha dado a ustedes poder para animar a los demás. El amor que ustedes tienen los lleva a consolar a otros, y sé que todos tienen el mismo Espíritu y son compasivos.

Yo creo que esto es grandioso. Imagínate, solo tienes que echar mano de lo que Cristo ya hizo por ti. Activar en tu vida lo que ya has recibido por gracia.

Este versículo encierra los elementos para que vivamos siempre en armonía, en comunión. A mi me parece que, aunque tengamos que aprender a deponer algunas posturas, todo lo que vino en el paquete cuando el Espíritu te regeneró, está completo.

Reflexionemos, ¿por qué es tan difícil tener y mantener la comunión si Cristo el Señor ya ha llenado todas las condiciones? La unidad es como la santificación. “…es algo que siempre se deja ver aunque uno no lo note”. Si a alguien le cuesta tener comunión entonces algo debe estar pasando o sencillamente algo no ha pasado todavía.

El anhelo de Pablo era ver a la iglesia con relaciones armoniosas. Era una felicidad que revelaba la impresionante estima por la iglesia de Filipos. Su alegría era que sus hijos estuvieran dando las respuestas de amor, misericordia, consuelo y fortaleza los unos para con los otros. Así lo dijo:

  • Lléneme de alegría teniendo un mismo parecer, un mismo amor, unidos en alma y pensamiento (Fil 2,2).

¿No se parece esto a lo que siente un pastor por su grey? Nosotros anhelamos verles siempre dando respuestas saludables y armoniosas. Una iglesia que ha comprendido que por su nueva naturaleza ya está equipada para ayudar, consolar, perdonar, soportar y sostener evidenciará siempre su riqueza.

¡Qué retos tan grandes nos plantea este segundo versículo! Pero a la vez tan posibles:

  • Por eso les pido a todos ustedes que me hagan totalmente feliz, viviendo en armonía y amándose unos a otros. Pónganse de acuerdo en lo que piensan, deseen las mismas cosas (BLS)

Alguien escribió: “Un cristiano que es exhortado por Cristo, animado por el conocimiento de su amor, experimentando la comunión del Espíritu Santo, y poseyendo un verdadero corazón de compasión y una actitud de misericordia está equipado para realizar la unidad espiritual” (Walvord, 48).

Hermanos, Cristo hace esto posible. Y si él ilustró todas estas cualidades, entonces, ¿qué tal si en nuestra vida y para nuestro bienestar nos copiamos de Cristo? ¡Tú puedes! ¡Cópiate de Cristo!

II
MOTIVACIONES QUE DEBEMOS EVITAR

Leamos los versículos 3 y 4 de este capítulo 2 de Filipenses:

  • Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.

¿Se montó alguna vez en aquello que llamaban los carritos chocones? ¡Qué experiencia! ¡Verdad! Pues bien, hay personas que son como esos carritos chocones, viven constantemente chocando con alguien. Las razones pueden ser tanto externas como internas. Pero lo más curioso es que hay cristianos que aun queriendo hacer todo para el Señor, o tratando de cumplir con la voluntad de Dios, chocan con otros. ¿Habrá algo malo en sus motivaciones?

Pablo exhortó “nada hagáis” bajo el influjo de ciertas motivaciones. Un cristiano que tenga discernimiento debe comprender cuáles son los criterios negativos que podrían influir en sus acciones y crear desunión. Como dijo alguien: “En cierto sentido este es el peligro de toda iglesia sana” (Barclay). ¿Cuáles son esas motivaciones negativas?

La contienda

La contienda es la primera motivación negativa que amenaza la unidad de la iglesia. Hacer las cosas por contienda es, dicho de otra forma, hacer todo con rivalidad; algunos traducen esta palabra egoísmo.

Es lamentable, pero la iglesia por mucho tiempo ha estado marcada por la contienda, la rivalidad o la competencia en todos los niveles. Cuando una persona siente que puede hacerlo mejor que otro, que está mejor dotado, preparado o siente que es más competente, entonces el riesgo es inminente.

Pablo obviamente había experimentado este ácido corrosivo de armonías. Fil 1:15 y 17 señala:

  • Es cierto que algunos predican a Cristo por envidia y rivalidad, pero otros lo hacen con buenas intenciones. Aquéllos predican a Cristo por ambición personal y no por motivos puros, creyendo que así van a aumentar las angustias que sufro en mi prisión. (NVI).

Hay quienes llevan la rivalidad a su trabajo y al matrimonio. Definitivamente un sentimiento de rivalidad y contienda no traerá la gloria de Dios a la iglesia.

El deseo de prestigio personal

¿Quién no ha sentido en alguna oportunidad el deseo de ser colocado en algún lugar de reconocimiento o sentado en algún asiento especial, en una plataforma? Si hay algo de lo que el Señor se cuidó fue de los deseos de notoriedad. Él no podía esconderse de la gente, pero no fue la búsqueda de notoriedad. Es interesante la forma cómo Barclay pone el asunto: “Pero el cristiano no apunta a su propia exhibición sino a su desaparición.” (Barclay). ¡Menudo reto este!

Así que no se debe tocar trompetas, panderos y tambores cuando se realiza una buena labor. El creyente no debe desear que los ojos de la gente se centren en él, sino en el Dios todopoderoso. Los cristianos brillamos con una luz que no nos pertenece. Somos luminares en el mundo pero brillando con la luz de Jesús. Así que es necesario que copiemos a Cristo.

Irrelevancia

Nowen por su parte escribo algo que me gusta mucho y que me hizo ver al liderazgo desde otra perspectiva. Él escribió:

  • … El líder del futuro será quien se atreva a proclamar su irrelevancia en el mundo contemporáneo como una vocación divina que le permita entrar en profunda solidaridad con la angustia que subyace bajo el brillo del éxito, y llevar hasta allí la luz de Jesús.

El Señor nunca busco renombre. En eso debemos copiarle. Nunca cayó en las argucias del diablo quien le proponía ser importante, espectacular y poderoso. No permitió que destruyera su misión y ministerio. Si Cristo no cayó en ello, los hijos de Dios tampoco deberíamos hacerlo. Todo aquel o aquella que tenga esta inclinación hacia el prestigio personal no está copiándose de Cristo y en consecuencia, estará funcionando con una motivación incorrecta.

Egocentrismo

Ahora tenemos el egocentrismo. El versículo 4 señala: «Cada uno debe velar no sólo por sus propios intereses sino también por los intereses de los demás». (NVI)

Nadie que piense solo en sus propios asuntos e intereses estará preparado para tener comunión. Donde existe el deseo de que todo se centre alrededor de la persona, no puede haber otra cosa que desarmonía.

La opción paulina es la humildad. Esta es la verdadera gracia divina que rompe con todas las cadenas del egoísmo, de la vanagloria, de la desunión, de sentirse superiores a los demás. La humildad de Cristo reflejada en el carácter cristiano es la que Dios bendice. Dios consuela a los humildes, les llena de su gracia y él mismo se encarga de exaltarlos.

Copiemos a Cristo a fin de que las motivaciones insanas, pecaminosas y carnales no inunden y ahoguen la comunión, la unidad y la espiritualidad de la iglesia. Hermana y hermano, ¡CÓPIATE DE CRISTO!

III
LA ACTITUD IDEAL

Pablo ahora pasa a exhortar a los filipenses a que imiten la actitud de Cristo: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús (v.5). Bien interesante como lo traducen algunas versiones. La NVI lo traduce: “La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús.” Y La Biblia en Lenguaje Sencillo dice: “Tengan la misma manera de pensar que tuvo Jesucristo”.

Ambas versiones muestran muy bien lo que debe decir el texto en griego pues apunta hacia la manera de pensar. Una actitud, sea negativa o positiva, tiene como base una forma de pensar. Romanos 12:2 nos exhorta:

  • No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.

No se puede tener la actitud correcta ni conocer la agradable voluntad de Dios si no se cambia la manera de pensar. Y es lamentable que a veces tengamos la mente incrustada en un bloque de concreto generando tanto malestar, cuando podemos cambiar las cosas si cambiamos la manera de verlas.

Hay personas que se aferran a alunas cosas: Posesiones, títulos, dinero, experiencia, edad, conocimiento; que no son malas en sí mismas, pero nunca cambian sus posturas pues dicen, “yo me quemé las pestañas, así que se frieguen ellos ahora”. Pero Cristo no se excusó diciendo que era Dios para escoger la postura que le viniera en gana. Leamos los versículos 6-8 y a la vez tratemos de aclarar el significado de algunos términos:

el cual, siendo en forma [por naturaleza] de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó [se rebajó] a sí mismo, tomando forma [la naturaleza] de siervo, hecho semejante [con los atributos esenciales de la humanidad] a los hombres; y estando en la condición [eschema: manifestación exterior, características transitorias de la humanidad] de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. (Énfasis míos).

Es una lástima que quede oculto tanta gloria, tanta divinidad, tanta verdad a los ojos de muchos, pues Cristo no dejó de ser lo que era y es: Dios.

Una vez me quedé prácticamente encerrado en una casa por causa de un torrencial aguacero con una “testigo de Jehová” y, por supuesto, conociendo que era evangélico, no perdió la oportunidad para echarme en cara que Cristo no era Dios porque era “forma de Dios”. No había estudiado el asunto y me quedé callado y abochornado. Hoy entiendo que forma es la palabra griega morfe que señala la naturaleza, la esencia divina. Cristo es Dios sin duda alguna.

Pero el punto es que Cristo siendo lo que es, se humilló a sí mismo y Dios lo exaltó. Pablo reconoció el valor del ejemplo de Cristo como modelo a copiar.

Esta actitud es el fruto de una mente renacida y libertada de las ataduras del pecado.

CONCLUSIÓN

Por tanto, CÓPIESE DE CRISTO. Téngalo como modelo, es el paradigma inagotable de vida y comunión.

La exaltación de Cristo vino por el camino de la humillación voluntaria. No se puede ser grande por otro camino.

Tenga presente que si es un cristiano verdadero, ya está capacitado para dar las respuestas correctas en la iglesia. No se deje vencer por aquellas motivaciones que solo producen egoísmo y desunión.

Una última cosa, la Biblia enseña que toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Cristo es el Señor. Hoy el mundo no le reconoce, pero llegará el día cuando será obligado a hacerlo. Lo harán los que están arriba en los cielos, los que están en la tierra y los muertos en el Hades. ¿No es mejor que le reconozcas ahora aceptándole como Señor y Salvador que ser obligado después sin oportunidad de salvarte? Reconócele hoy mismo como Señor.

Eduardo Padrón Min. Educación y Cambio
Marzo de 2008

Un ensayo sobre la ceguera

Ayer terminé de leer el interesantísimo libro escrito por José Saramago (1955-1998) titulado Ensayo sobre la ceguera. Personalmente no sé si catalogarla como de suspenso o si sencillamente es una figura amplia y bien dibujada que muestra la forma tan particular que tienen los artistas y poetas de usarlas cuando desean ir más allá de las palabras. Pues eso es lo que creo que hizo Saramago, empleó una parábola para dibujar la ceguera humana más allá de la física, la del egoísmo, las bajezas y aprovechamientos que afloran en tiempos de desdicha nacional.

En su obra el autor no le da un nombre a ninguno de sus personajes. Solo los menciona como el médico, la mujer del médico, la chica con los lentes oscuros, el hombre con el trapo en la cabeza y hasta el perro que solo lo distingue de los demás por ser el perro de las lágrimas. Así que cada personaje puede representar a cualquiera en la vida real.

Sin embargo, ya sea por el inmenso contraste como por las opciones que no son muchas, hay un personaje igualmente sin nombre que se distingue pues en un mundo de ciegos solo esa persona no pierde la visión nunca. Tal bendición se convierte en una maldición al tener que contemplar el sórdido paisaje que le rodea lleno de hediondez y descomposición. Es quien tiene que enfrentarse al duelo entre el bien el mal, entre el servir o aprovecharse de la situación. Personaje singular, el verdadero sol que canaliza su luz aunque a veces le queme.

Al final queda claro que hay una ceguera mucho más penosa que la física, comparable incluso con la muerte.

Es la parábola de los ciegos que caminan con su incompetencia inconsciente para recordar a Maslow y de los que viendo no ven recordando lo que dijo el Señor Jesucristo. Las palabras finales son lapidarias y conclusivas: “Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, ciegos que ven, ciegos que viendo, no ven”.

Una gran lección le espera al lector de este fascinante libro. Aunque ya se intuya que hay una ceguera en el mundo en el que los ciegos solo vean la oportunidad para darle rienda suelta a sus egoísmos y bajezas.

Buen libro. No perderá su tiempo al leerlo.

EPadrón